¡Nunca más la ciudad insalubre de barracones de alquiler!
Sobre este credo se fundamentan los conjuntos residenciales que surgieron
tras la Segunda Guerra Mundial en las dos partes en que quedó
dividido Berlín. Considerando la destrucción masiva que se
había producido, los urbanistas y arquitectos vieron una oportunidad
única para hacer realidad su idea de una "ciudad nueva", desarrollada
desde los años 20, con mejores condiciones de habitabilidad y una
mayor justicia social. El ideal común quedaba representado por una
urbe diversificada, articulada con criterios funcionales. El primer plan
que englobaba toda la ciudad, el de 1946, pretendía crear en el
casco urbano una ciudad en forma de banda surcada por zonas verdes y en
la que se alinearan vecindarios de moderadas di- mensiones. Su realización
fracasó debido a que no era posible prescindir de lo que había
quedado intacto en la infraestructura de las calles y en los conductos
de abastecimiento. Pese a todo, ese ideal permaneció vivo en la
mente de los urbanistas. La creación de viviendas asequibles
y estandarizadas de protección oficial fomentada por el estado fue
la base de la reconstrucción, tanto del Oeste como del Este de Berlín.
La edificación masiva de este tipo de vivienda conformó
decisivamente el paisaje de la ciudad. Sólo en una ocasión
se desvió Berlín Este de la idea de la "urbanización
moderna". La Stalinallee (Avenida de Stalin), creada en 1950, se ajustaba
a los principios de la ciudad compacta respetando el estilo de la "tra-dición
nacional". Berlín Oeste respondió con la construcción
del Hansaviertel (barrio Hansa) y con el edificio que Le Corbusier proyectó
como contribución a la Interbau de 1957. Con un gran retraso, puesto
que el Este había vuelto hacía tiempo a la senda del urbanismo
moderno. Con estos lujosos proyectos arquitectónicos, las
dos mitades de Berlín se habían excedido en sus pretensiones.
Aunque las zonas periféricas ofrecían las mejores condiciones
para la construcción de los nuevos conjuntos residenciales, en las
hileras de viviendas que se construyeron se echaba de menos la diversidad
propia de la vida en la ciudad. "Urbanität durch Dichte" se convirtió
por ello en el nuevo lema, que consideraba que la cantidad de "vida" de
una zona determinada era directamente proporcional a su densidad
de población. Este modelo justificó la construcción,
en los años 60, de macrourbanizaciones formadas por grandes
bloques de viviendas en Berlín Oeste, tales como el Märkisches
Viertel y la Gropiusstadt. Las infraestructuras sociales y las estaciones
de metro llegarían posteriormente. Lo que perduró fue
el carácter inhóspito de esas "Wohnmaschinen" (literalmente,
"máquinas-vivienda") contra las que sus habitantes se manifestaron
por primera vez en los años 80. A partir de 1973 - cuando
en Berlín Oeste ya había entrado en decadencia - este tipo
de confi-guración urbanística comenzó una carrera
frenética en el Este con la llamada "construcción compleja",
destinada hasta 1990 a "paliar el problema de la vivienda". Dicho fin se
podía conseguir únicamente mediante la industrialización
del proceso constructivo, con la creación de tipos o modelos y la
construcción a base de placas prefabricadas. Para el Estado Socialista,
la arquitectura doméstica equivalía a la construcción
de lugares de residencia para la sociedad igualitaria, para familias en
las que ambos progenitores desempeñaban un trabajo a jornada completa,
por lo que era necesario dotarlas de la infraestructura necesaria. Pese
a que se consideraba un privilegio conseguir una vivienda de nueva construcción,
las críticas a la monotonía imperante en unas ciudades formadas
íntegramente por bloques prefabricados fueron aumentando con el
tiempo.
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